Joan Llácer, ceramista de la hora zulú.

Joan Llácer Clofent nació en Borriana, La Plana de Castelló, en 1947. Quería ser piloto de aviación civil, pero su temprana miopía y las normas de navegación aérea del momento se lo impidieron. Así pues, se malogró su carrera deseada antes de iniciarse y sin abandonar el aire ni las nubes, se comprometió con la tierra y el fuego, dando lugar a una de las trayectorias profesionales más brillantes en el universo de la cerámica contemporánea.

Su padre era químico en una fábrica dedicada a la producción de cerámica industrial, en concreto a los aisladores eléctricos y buen amigo de Jacinto Alcántara, entonces Director de la Escuela de Cerámica de la Moncloa. El destino estaba marcado, aunque llegó con buen pie a la Escuela, tardó en encontrar su acomodo, ya que fue expulsado en seis ocasiones porque no se sentía cómodo con las rígidas y anticuadas estrategias pedagógicas de buena parte del profesorado. Pero tuvo la buena fortuna de empatizar con Carlos Moreno Graciani, y convertirlo en el referente que necesitaba. Figura de maestro sólido en sus conocimientos y liberal en la búsqueda de un camino propio para sus discípulos, llegó a ser Director de la Escuela en la última etapa de su vida (1966/1970) y que se había formado allí mismo bajo el aura magistral de los guipuzcoanos Ignacio y Daniel Zuloaga y del cordobés Enrique Guijo. Parece ser que también bajo la influencia de Joaquín Sorolla, vinculado como el anterior a la primera etapa de la Escuela, por la estrecha relación con su fundador Francisco Alcántara, cuando tenían mucho que ver con la progresista Institución Libre de Enseñanza.

Tras su revuelta etapa como estudiante y una vez conseguida la plaza de profesor en la propia Escuela, inicia una firme trayectoria como ceramista. Liberado de la obligación de” representar fielmente la Naturaleza” y de buscar “la Belleza ideal” como cualquier otro artista contemporáneo de su época, bien fuera poeta, pintor o escultor, busca su propio sello, apoyándose en una visión irónica y desinhibida de la tradición cerámica artesanal. El momento histórico no ayuda nada porque en España se vive el final de la dictadura cuartelera del General Franco, y la doctrina estética oficial se debate entre la ñoñería figurativa y la abstracción vanguardista alejada del mínimo atisbo de crítica a la cruel violencia del Estado. En su proyecto no entran la alfarería convencional, ni los patéticos chulapos, pero tampoco las acciones conceptuales y las instalaciones, que llegarán bastante más tarde.

Las series de piezas con tema: “redondas”, “rotos”, “panes y botas”, “grandes platos”, “cristalizaciones”, etc. se van sucediendo a la par que su proyección en el exterior se va ampliando, primero Italia, después Portugal y el resto de Europa, y finalmente Extremo Oriente de la mano de su mujer, la sobresaliente ceramista coreana Tania Park. Con más de ciento treinta exposiciones individuales producidas a lo largo del planeta e incontables colectivas, además de contar con una presencia permanente en ferias internacionales y adquisiciones de sus obras por los museos más prestigiosos del ramo, sigue siendo un prolífico creador que aún pelea por hacer entender al común del espectador de Arte, e incluso a compradores, que sus piezas carecen de todo tipo de funcionalidad, salvo la más importante, la expresiva. Por precaución, perfora los fondos de sus exquisitas obras para evitar la trágica tentación de confundirlas con un jarrón decorativo o con una olla para cocinar.

Un dominio técnico muy sofisticado es el armazón principal de su propuesta creativa, aunque siempre está atento y expectante ante las sorpresas que garantizan las cocciones en hornos no eléctricos. La cocción con gas, que en su caso es lo más frecuente, siempre añaden un punto de incertidumbre y relatividad a las certezas del mayor experto. Su repertorio de conocimientos abarca de modo enciclopédico todo el campo cerámico, desde el gres chamotado y multitud de pastas de alta, hasta las sutiles cristalizaciones, esas mágicas estrellas azules y verdes que son la envidia de cualquier profesional. Todo el alfabeto de materiales y técnicas de constructor está en su mano: pastas, áridos, óxidos metálicos, formas, volúmenes, texturas y esmaltes. Aunque para mí, lo verdaderamente significativo de su proyecto no son los resultados espectaculares, las respuestas, sino las preguntas. Esas que le hacen buscar cada día una nueva aventura, un suceso por investigar que dé sentido y satisfaga su insaciable curiosidad de creador salvaje. Salvaje creador que se identifica como artista, artesano, escultor, pintor y poeta y, por último, sin ser lo menos importante ceramista zulú.

El elegante y preciso busto-retrato de Carlos Moreno, realizado por su compañero M. Álvarez también profesor de modelado de la Escuela, que se erige sobre su convencional pedestal, situado en los lujuriosos jardines que dan acceso a los talleres, no puede evitar sonreír cuando ve pasar al atareado Joan, que de rebelde estudiante se convirtió en comprometido Maestro y en destacado ceramista. ¿quién lo iba a imaginar?

“La hora zulú es la hora universal de referencia para la aviación civil y se corresponde con la del Meridiano de Greenwich, es decir, el Tiempo Universal Coordinado. UTC.

Fernando Ferro Vallekas otoño 2023